El Evangelio

Evangelio según San Juan 15,26-27.16,12-15.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí.
Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio.
Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora.
Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo.
El me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes.
Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: 'Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes'."

jueves, 5 de mayo de 2011

Libro recomendado: "Orar despues de Freud" de Carlos Dominguez Morano


De siempre, el tema del valor y la función de la oración ha ocupado a teólogos y maestros de espiritualidad, así como a psicólogos y psiquiatras. La crítica de la religión llevada a cabo por Sigmund Freud planteó de un modo aún más agudo la sospecha sobre esta actividad, que hay que considerar como fundamental en la experiencia religiosa. Después de Freud, el psicoanálisis no dejó de replantearse la cuestión desde las diversas ópticas de sus distintas escuelas. El presente trabajo, que requiere por parte del lector algun conocimiento del psicoanálisis aborda el tema partiendo de las interrogaciones freudianas y en continuidad con posteriores teorizaciones psicoanalíticas sobre el hecho religioso. Las imágenes del Dios que nace en nosotros a partir de las incidencias biográficas que marcan nuestras vidas constituyen un objeto preferente de la reflexión. Orar es un acto psíquico con amplias resonancias en el campo de la afectividad. Hablamos a Dios desde nuestro deseo, y es desde ese mismo ámbito del desear, desde donde pretendemos hacer oír la voz y la voluntad de ese mismo Dios sobre nosotros. Asunto delicado, sin duda, expuesto a todo tipo de ambigüedades y en el que pueden confundirse las voces del Dios de Jesús con las de lo infantil y lo ilusorio.

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